El miedo a fracasar frente a un nuevo proyecto, un trabajo, un examen, una relación de pareja, un reto personal o cualquier cosa que nos saque de nuestra zona de confort entra dentro de lo esperable siempre y cuando sea un miedo que no nos limite.
Sentir miedo es algo completamente natural cuando nos enfrentamos a algo que no conocemos, el problema aparece cuando ese miedo, por lo que sea, nos paraliza, nos bloquea y no nos deja seguir adelante.
El fracaso forma parte de la vida, aunque a veces no lo parezca, porque nos gusta mucho más enseñar y contar nuestros éxitos que nuestros fracasos. Socialmente el fracaso está mal visto y por lo general, se suele ocultar; esto nos dificulta asumir un error o la posibilidad de fallar. Sin embargo, no podríamos aprender a caminar sin habernos caído unas cuantas veces antes.
¿Qué ocurre cuando sentimos miedo a fracasar?
Se activa nuestro crítico interno, con esto nos referimos a esa “vocecita” que se activa dentro de nosotros y manda mensajes de alerta que nos asustan o mensajes de crítica, por ejemplo, “no soy suficiente”, “no lo vas a conseguir”, “no puedo”, “no me puedo equivocar”, “soy un inútil”, entre otros muchos. Todos tenemos un crítico interno, aunque no a todos nos dice lo mismo ni se nos presenta de la misma manera.
Cuando el crítico interno viene con mucha fuerza ante el miedo a fracasar puede generarnos diferentes reacciones que nos van a limitar en nuestro camino a conseguir lo que deseábamos y esto puede llegar a afectar a nuestra salud mental. 3 reacciones que podemos tener ante el miedo al fracaso son:
1. Evitación
Ante aquello que me genera miedo, tengo una reacción de intentar evitarlo por todos los medios, así, por ejemplo, si tengo miedo a fracasar en un examen muy importante y se me activa la creencia “no puedo”, una reacción evitativa sería no presentarse al examen para así no experimentar ni siquiera la posibilidad de haber fracasado.
Tras esta reacción muchos pensaréis que si no haces un examen has fracasado igual porque no te has presentado y, esto es cierto, sin embargo, la diferencia está en que si no me presento suspendo porque no me he presentado, no porque no he podido.
Lo que da miedo y lo que duele es sentir la creencia limitante sobre nosotros convertida en realidad. Y esto no duele por el examen en sí, sino por las memorias del pasado que despierta la posibilidad de fracaso en nosotros.
2. Sobrecompensación
La sobrecompensación consiste en hacer todo lo posible para tratar de compensar al crítico. Por ejemplo, tras un ascenso en el trabajo puede existir la creencia de que “no soy suficiente”, pero para no sentirlo, voy a intentar demostrar que “sí soy suficiente”.
Lo que ocurre es que el precio que voy a pagar es muy alto, quizás me quede todos los días a hacer horas de más, trabaje los fines de semana, que no pare de hacer cosas olvidándome de mí, que viva con mucho estrés incluso ansiedad, etc.
La clave de la sobrecompensación es hacer todo lo posible para que la creencia limitante que tengo sobre mí se compense. Sin embargo, ésta no desaparece por más que hagamos y hagamos, solo se oculta durante ciertos momentos, pero siempre vuelve a aparecer porque el trabajo no está en hacer sino en sanar el crítico desde el origen.
3. Parálisis
La parálisis frente al miedo ocurre cuando no somos capaces de reaccionar, como cuando nos quedamos en blanco. El crítico nos bloquea y no somos capaces de actuar. Un ejemplo de parálisis son los ataques de pánico frente a algo que nos provoca miedo, miedo al fracaso por una mala experiencia pasada o por, una creencia negativa de nosotros mismos, etc.…
El origen del miedo al fracaso
El fracaso no significa lo mismo para todos, es un concepto subjetivo. Para alguien una nota de 7 puede ser un fracaso y para otro un 5 es un éxito. Cada uno tenemos una percepción del fracaso diferente que varía en función de las experiencias que hemos tenido, los mensajes que hemos recibido y la autoexigencia que tengamos.
El miedo al fracaso puede tener su origen en una o varias experiencias que hayamos vivido, generalmente de niños, aunque no es exclusivo de la infancia, en las que experimentamos el fracaso como una amenaza o un riesgo de perder algo como el amor de nuestros padres, su aceptación, su reconocimiento, …
Es importante aclarar que los padres no son conscientes de este movimiento, muchas veces basta con un gesto de desaprobación, sin embargo, lo que verdaderamente importa es la interpretación que hacemos como niños.
El miedo al fracaso es mayor cuanto más exigentes han sido las familias, cuanto más críticas, o cuanto menos reconocidos han sido los niños. También se da en niños que no se sienten capaces de hacer las cosas porque no se les ha fomentado la autonomía, por ejemplo, en familias sobreprotectoras.
Cuando nos enfrentamos a la situación actual que nos genera miedo, en realidad lo que ocurre es que se activan todas nuestras memorias pasadas, nuestras experiencias de invalidación, las consecuencias que vivimos en anteriores fracasos, el dolor que sufrimos al sentir que nuestros padres nos quitaban su cariño o la percepción de que si no éramos como ellos querían no nos iban a querer…
Las acciones que realizamos como evitar, paralizarnos o sobrecompensar no son más que mecanismos de defensa que ponemos en marcha para protegernos de ese sufrimiento o del recuerdo de éste.
¿Cómo superarlo?
Por qué me pasa lo que me pasa
Lo primero es entender por qué te pasa lo que te pasa, explorar en qué otros momentos has tenido sensaciones parecidas.
Entiende que cada persona reacciona al miedo de una manera y, además, no tenemos por qué reaccionar de la misma forma siempre. Comprender cómo funciona el miedo te ayudará a entender por qué reaccionas y te sientes así.
Se compasivo/a contigo
Permítete sentir eso que sientes, si estás evitando, sobrecompensando o te bloqueas no te preocupes, entiende que de alguna manera te estás protegiendo porque lo necesitas.
Vuelve a tu niño/a herido/a
Explora de dónde pueden venir esas creencias y sana esa parte de ti que sufrió con el fracaso. Es conveniente hacer un trabajo profundo en terapia, puesto que la mayoría de las veces, con ayuda llegamos a sitios donde solos no podríamos llegar.
Localiza tu crítico interno
Para que cuando aparezca, lo identifiques, conocerlo y saber en qué momentos aparece, te ayudará a que cuando aparezca le hagas el menor caso posible. En terapia solemos trabajar mucho con el crítico puesto que suele ser un aspecto que nos hace daño y nos limita.
Modera la autoexigencia
Revisa que tus expectativas sean realistas, te frustrarás menos y tendrás más sensación de éxito.
Pide ayuda si la necesitas
Te animo a que no tengas miedo a pedir ayuda, sobre todo si estás en una situación que sientes que es demasiado o que no te permite continuar tu vida con normalidad.
¿Qué te ha parecido? ¿Te sientes identificada/o? ¿Crees que esto puede estar limitándote? Cuéntame cómo, te espero en los comentarios.
Me encantaría poder ayudarte a tener más confianza en ti misma/o, con un proceso completamente personalizado, adecuado a tus necesidades. Si necesitas saber más, te invito a que eches un vistazo
¡Espero que te haya ayudado! ¡Un abrazo enorme!
Almu.
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